domingo, 26 de agosto de 2012

CODICIA HUMANA, CORRUPTORA DEL PLANETA ...


CODICIA HUMANA, CORRUPTORA DEL PLANETA
Los seres humanos estamos siempre en la búsqueda de satisfacer todas las necesidades, queremos cada día estar mejor y más cómodos; además tenemos tan arraigada en nuestra humanidad la idea de que entre más tenemos, más queremos y, en parte; esto puede que a nosotros mismos nos traiga algunos beneficios, pero no nos detenemos a pensar en el daño que hacemos cuando actuamos de dicha manera; creo que esta es una de las principales cosas con las que hemos contribuido para el deterioro del planeta. Estamos tan obsesionados con el lucro propio, con el amontonar  riquezas y adquirir poder, que olvidamos por completo las consecuencias que esto acarrea. Se sabe a nivel mundial que la emanación de gases provenientes de la combustión fósil es la principal causante del calentamiento global por su efecto invernadero reforzado “fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de una atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite por haber sido calentado por la radiación solar”[1]. Sin embargo no es secreto que si bien, se ha hecho un gran esfuerzo y se ha despertado conciencia para salvar nuestro planeta; a las grandes industrias les falta aún mayor compromiso, en el sentido de que conocen que sus grandes fabricas emanan gases nocivos, pero aun así no se hace nada por detener dicha contaminación, porque el frenar una producción en serie, el cerrar una fabrica; el prescindir de automotores y la disminución global del uso de combustibles fósiles significaría la pérdida de miles de millones de dólares; repercutiría por ende en el quebranto del poder, y esto es lo que los magnates de la industria no quieren. La codicia humana, corruptora del planeta … talamos un árbol con el fin de beneficiarnos de su madera; desprendemos de las entrañas de la tierra su vida, y ni siquiera nos tomamos la molestia de sembrar otro, para así por lo menos mantener su legado; contaminamos nuestras aguas, cuna de la vida; arrojamos a ellas todos los desechos posibles, sofocando los ríos con nuestras basuras; asfixiamos los cielos con las bocaradas de humo negro que surgen de las grandes chimeneas de las fabricas, especies completas de flora y fauna desaparecen, abrumadas por el poderío de nuestro razonamiento, se pierden allí, en la penumbra, apacibles hasta su extinción, sin defenderse, impotentes. Llenamos con asfalto negro las calles y hacemos desaparecer bosques enteros en pro de nuestro “desarrollo”, que triste, que palabra tan importante; pero a la vez tan mal enfocada; ¿de cuándo acá desarrollo significa destruir nuestra casa?, ¿no debería ser acaso desarrollo sinónimo de progreso, de bienestar?; ¿verdaderamente somos mejores, o solo caminamos, así; sin más? avanzamos hacia un espejismo, lo vemos todo de manera tan económicamente razonable, cada día más fabricas, más empresas, más cultivos; abundancia de urbes, incremento de tecnologías que en cualquier momento se vuelven incontrolables; bombas y desastres nucleares, radiación, más y más contaminación. Es verdad; hemos dominado el mundo, conquistamos esta tierra, somos los amos y señores del planeta y cada vez nos expandimos más, robamos el terreno de la naturaleza, lo que por derecho le corresponde, y lo tomamos sin respeto; sin resentimientos. Hemos sido egoístas, codiciosos, avaros; nos enfocamos simplemente en nosotros; y lamentablemente el precio que nuestros actos tienen es muy alto, la tierra ya gime, está cansada; sufre por causa de los desordenes que originamos, de nuestro abuso. Ya es tiempo de que hagamos un alto en el camino, de que reflexionemos, que tomemos las cosas en serio y que seamos razonables a conciencia; no estamos aquí simplemente para corroer nuestro planeta, estamos aquí para administrarlo, y esto no quiere decir acabar con sus recursos, administrar significa cuidar, proteger. Cada uno de nosotros podemos hacer la diferencia, aportando al cuidado de nuestro planeta, vivimos en él, vivimos gracias a sus aportes, es tan intima nuestra relación. Cuidemos de nuestra casa.




CRISTIAN ANDRES RODRIGUEZ FERRO .

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